En un mundo tan dado al reconocimiento y la trascendencia, cuesta imaginar una autora que decide «ocultarse» tras su obra para, desde un segundo plano, ejercer de mera herramienta al servicio de una historia. Hablamos de L.G.P, la autora anónima cuya visceral novela, ‘Memorias de una leona’, ha sacudido el mundo editorial
Memorias de una leona es una obra para tomar enserio, una novela sincera, sin circunloquios que narra una historia común, que bien podría ser la nuestra, la de una hermana, una vecina o, como en el caso de la obra de L.G.P, de una amiga que, detrás del montaje de una vida común, por miedo a ser discriminada, desconoce los caminos para salir de su infierno particular.
Por tanto, Memorias de una leona no es una obra de personajes (como suele decirse ahora), ni siquiera una novela costumbrista, es un relato visceral que nos coloca en la piel de una mujer que, por distintas cuestiones, desconoce su poder real hasta que la vida la pone a prueba.
Su protagonista, Ana, es una chica con una vida muy complicada, se pasa sus días luchando para salir adelante, su único sueño: encontrar un amor verdadero y poder sentir, así, algo en su desgarrado corazón. Cada nuevo intento frustrado, materializado por las expectativas, las preparaciones, la voluntad, van consumiendo y sumiendo aún más en sus fracasos cotidianos. Toda coincidencia con la vida de todos nosotros, lector, no es casualidad.
Sin embargo, la vida es un zigzagueante transitar de momentos inesperados que, llegado el caso, le permitirá conocer a alguien en el lugar menos esperado y en las peores circunstancias, que alumbrará su presente. ¿Conseguirá Ana cambiar su destino?
Memorias de una leona es una novela intensa, llena de esperanzas, donde el lector se sentirá inmediatamente reflejado en cada página y en cada giro. Imperdible para todos aquellos que, pese a todo, siguen buscando la luz.